lunes, 4 de marzo de 2013

5) LA LUCHA DE LAS DOCTORAS



Vais a leer la esencialidad de La visión global de la Medicina.
La imcompresión para la Dra. por un tratamiento que prosuponían un total de 9 pastillas diarias y      paradójicamente, ningún diagnóstico.
Una mUjer del mundo de la medicina que dice < No podemos dejar que la especialización y la técnica nos alejen de lo que nuestra vocación médica nos llama a hacer.>
Gracias por existir y ser así.......


1) LA LUCHA DE UNA MARAVILLOSA DOCTORA 




Amelia Carro.

Servicio de Cardiología en un Hospital de Barcelona


Ariadna es una mujer real, con nombre inventado, pero cuya historia es “el modelo” de enfermedad que muchos de mis pacientes traen a mi consulta. Yo la llamo la enfermedad de “la prisa”.
Todo comenzó dos años antes de visitarme, después de la boda de su hijo. Sí, su único hijo, tras 34 años viviendo en casa, echaba a volar; y lo hacía con “otra” mujer que no era su madre. Motivos  que, aunque absurdos para otros, habían hecho que Ariadna tuviera que cambiar sus puntos de referencia, sus coordenadas, sus costumbres…  Ya no podía volcar de forma directa y abierta su cariño hacia su hijo, y empezó a tragarse el hueco que había dejado en forma de angustia. Despertaba por las noches agitada, y a la mañana siguiente se sentía cansada, triste, absolutamente sin estímulos por los que seguir adelante; insoportablemente vacía. En una de esas vigilias, notó en su pecho una sensación incómoda y desconfortante. El corazón latía muy aprisa, sin control. Parecía que le habían rodeado el tórax con una faja y la comprimían desde fuera. Se concentró en respirar, pero el aire no le llegaba.
            Al día siguiente acudió a su médico de cabecera. Le prescribió ansiolíticos y la citó en dos semanas. Sin embargo, Ariadna no pudo aguantar ese plazo. Los episodios se repitieron, dos veces durante la noche, y otra más mientras hacía las labores de casa. La segunda consulta consistió en una medición de la presión arterial, de la saturación de oxígeno, y la realización de un electrocardiograma. A pesar de que todo estaba bien, decidió enviarla a un cardiólogo. Tras una larga espera llegó su cita; sí, por fin aquel esperanzador día (marcado en el calendario desde hacia 4 meses) en el que quizá el cardiólogo diera con la cura de sus males y le devolviera la capacidad de dormir tranquila, de hacer las labores de casa, de salir a comprar sin temor a una nueva “crisis”… Todo fueron ilusiones. Repetida la exploración física y el electrocardiograma, afirmó que todo estaba bien. No obstante, le pondría un parche de nitratos y una pastilla para esa “opresión”, y la enviaría al digestivo por si pudiera ser úlcera. Entre medias, también le solicitó un Holter y un ecocardiograma. La historia del gastroenterólogo fue similar; en lugar de aliviarle sus dolencias, acrecentó sus dudas. Las de su propia salud, y las de todos aquellos eminentes doctores que, inseguros de que realmente aquello “no era nada”, le prescribían un par de fármacos y la derivaban a otro especialista.
            Yo visité a Ariadna en la revisión de control cardiológico. Por diversas circunstancias, el adjunto encargado no pudo pasar visita ese día, y “me tocó” suplirle siendo residente de segundo año. Antes de que Ariadna entrara en el despacho, me llamó la atención su historial. Sana hasta hacía dos años. Y durante esos dos años, 10 visitas a distintos especialistas, 13 pruebas diagnósticas, tratamientos prescritos que suponían un total de 9 pastillas diarias y, paradójicamente, ningún diagnóstico definitivo. Lo primero que llamó mi atención fue su mirada. Estaba tremendamente perdida, alienada, distante. Me volvió a contar sus molestias, a las que ya se habían sumado terribles dolores de cabeza, adelgazamiento, prurito…También me mostró la colección de fármacos y notas de los distintos médicos que la habían visitado. Solté mis bolígrafos, el teclado del ordenador, me quité las gafas…. Me interesé por su familia, amigos, aficiones, trabajo… Ariadna respondía sorprendida, al tiempo que su mirada se iba “descongelando”. Una chispa de brillo en sus ojos delató que Ariadna comenzaba a enlazar el problema dentro de su vida. No era algo que le hubiera venido por azar. En ese momento, “entramos en conexión”. Yo también la exploré, pero empecé por mirarle la lengua. ¿La lengua? ¡Sí, la lengua! Estaba seca, porque respiraba rápido y superficial. Eso le impedía oxigenarse bien, y la consecuencia, acidosis. La acidosis altera nuestros niveles de potasio, y el potasio altera la excitabilidad de las células del corazón. De ahí la cefalea, la irritabilidad, el insomnio, y lo que yo sospechaba eran arritmias paroxísticas que nunca saldrían en los electrocardiogramas.
            -Tengo noticias alentadoras-le dije
            -¿Usted sabe lo que tengo?
            -Creo que puedo ayudarla. Su organismo está dando respuestas que no la ayudan a sentirse bien y que le pueden llevar a la enfermedad. Yo le daré las herramientas necesarias para que sea usted misma quien “se cure”.
            -No le entiendo muy bien, doctora.
            -Lo sé. Puede que todo esto rompa un poco con sus expectativas de la Medicina, pero si cree que el camino por el que ha peregrinado estos dos años no ha sido útil, la animo a confiar en mí.
            -No he hecho más que hundirme-dijo sin reparo
            -Va usted a abandonar TODAS las pastillas. No las necesita. Sólo le enseñaré a vaciar su mente de ideas preconcebidas, y a respirar. Quiero que en la próxima semana haga las cosas que al inicio de la consulta me dijo que la animaban. Apunte por favor en una libreta el día, lo que hace, con quién lo comparte, y cómo se siente. También el número de “crisis” y la hora en la que se producen
            La cité para hacer una prueba de esfuerzo. No esperaba darle ningún diagnóstico; sólo le di la confirmación de que podía hacer esfuerzos, de que su corazón estaba fuerte y respondía muy bien. Terminada la prueba de esfuerzo, se tumbó en la camilla del ecocardiógrafo. Me senté junto a ella y le hice la ecografía. Puse el sonido del Doppler al máximo volumen, y le pedí que acompasara su respiración con su corazón. Así estuvo 20 minutos, en los que la frecuencia descendió, se volvió completamente regular y rítmica. “Esto es mérito tuyo; así pasarás de SUBSISTIR a VIVIR”
            Tuvimos otra visita, en la que sólo me agradeció darle “la llave” de su salud.
            -Ahora soy yo quien echa a volar, doctora- me dijo
            -Es como debe ser. No dudes en volver a consultar si necesitas de nuevo un bastón. Pero intuyo que no será necesario.
            Ariadna es la prueba más firme de que la medicina, en general, y la cardiología, en particular, necesitan anclarse en los principios hipocráticos y holísticos de los que nacieron. No podemos dejar que la especialización y la técnica nos alejen de lo que nuestra vocación médica nos llama a hacer. Después de Ariadna vinieron muchos pacientes, amigos, familiares y conocidos que se beneficiaron de esta/mi forma de interpretar el cuerpo humano. Me inicié en el Reiki y seguí creciendo. No sólo como médico y cardióloga, sino como persona. La visión global de la Medicina es esencial. Y cuando me critican o alegan falta de tiempo, es donde entra en juego la labor de otros “sanadores” que pueden y deben colaborar con nosotros. Desde los familiares del enfermo, enfermeras, terapeutas, hasta sacerdotes, imanes o chamanes. Cualquiera que se preocupe de la “persona” y no sólo de su cuerpo como un conjunto de “vísceras” llegará a la esencia del paciente al que trata y le enseñará a VIVIR mejor y de forma saludable. Esto puede parecer un sueño……. pero muchos ya lo estamos viendo hacerse realidad. Caminemos unidos.

Mi nombre es Amelia Carro Hevia.
Mi profesión es la Medicina, en concreto la Cardiología, y trabajo en el Hospital Vall d’Hebrón, en Barcelona
Pero además, y sobre todo, soy persona, hermana, escritora, lectora, católica, amiga, hija, compañera, terapeuta de Reiki, nadadora, peregrina, atleta…..(no te olvides de la parte que nos hace VIVIR)
Puedes contactar conmigo si lo deseas. Encantada de compartir:
achevia@gmail.com


2) UNA DOCTORA QUE NUNCA SE DIO POR VENCIDA










Hola Colega

He recibido un vídeo de tus entrevistas por distintos caminos , O sea , por personas que no tienen nada en común entre si , pero por alguna razón les pareció interesante para mi .
Primero darte la enhorabuena por tu libro que todavía no leí, pero que prometo hacer en breve , y también por todo lo que eso provoco para ti y para todo el sistema .
Soy Medico desde hace 30 años y después de los 3 primeros en el mundo de la Seguridad Social , empecé en el camino de la Medicina Integrativa , le llamo así porque nunca renuncie a los conocimientos y todo lo que la medicina me aporto , empecé como acupuntor , seguí de Homeópata , cosa que mantuve siempre y luego fui integrando ,Terapia Neural , PNL ,Homo toxicología , Sintergetica ( Dr. Carbajal ) , Ventosa , Hidroterapia de Colon , Descodificación de la Enfermedad etc . . Te comento esto para que veas mi perfil .
Tengo consulta privada en Santiago de Compostela durante todo este tiempo y en los últimos tiempos lo comparto con dar formación sobre como DESCODIFICAR LA ENFERMEDAD Y a través de ella acceder a la sanación .
Si necesitas colaboradores en la organización de un Simposium sobre Medicina Alternativa y te encaja mi perfil, estoy aquí. UN ABRAZO. PILAR


Pilar Gomez Gonzalez [pgomezgonzalez@gmail.com]


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