Vais a leer la esencialidad de La visión global de la Medicina.
La imcompresión para la Dra. por un tratamiento que prosuponían un total de 9 pastillas diarias y paradójicamente, ningún diagnóstico.
Una mUjer del mundo de la medicina que dice < No podemos dejar que la especialización y la técnica nos alejen de lo que nuestra vocación médica nos llama a hacer.>
Gracias por existir y ser así.......
Gracias por existir y ser así.......
1) LA LUCHA DE UNA MARAVILLOSA DOCTORA
Servicio de Cardiología en un Hospital de Barcelona
Ariadna es una mujer real, con
nombre inventado, pero cuya historia es “el modelo” de enfermedad que muchos de
mis pacientes traen a mi consulta. Yo la llamo la enfermedad de “la prisa”.
Todo comenzó dos años antes de
visitarme, después de la boda de su hijo. Sí, su único hijo, tras 34 años
viviendo en casa, echaba a volar; y lo hacía con “otra” mujer que no era su
madre. Motivos que, aunque absurdos para
otros, habían hecho que Ariadna tuviera que cambiar sus puntos de referencia,
sus coordenadas, sus costumbres… Ya no
podía volcar de forma directa y abierta su cariño hacia su hijo, y empezó a
tragarse el hueco que había dejado en forma de angustia. Despertaba por las
noches agitada, y a la mañana siguiente se sentía cansada, triste,
absolutamente sin estímulos por los que seguir adelante; insoportablemente
vacía. En una de esas vigilias, notó en su pecho una sensación incómoda y
desconfortante. El corazón latía muy aprisa, sin control. Parecía que le habían
rodeado el tórax con una faja y la comprimían desde fuera. Se concentró en
respirar, pero el aire no le llegaba.
Al
día siguiente acudió a su médico de cabecera. Le prescribió ansiolíticos y la
citó en dos semanas. Sin embargo, Ariadna no pudo aguantar ese plazo. Los
episodios se repitieron, dos veces durante la noche, y otra más mientras hacía
las labores de casa. La segunda consulta consistió en una medición de la
presión arterial, de la saturación de oxígeno, y la realización de un
electrocardiograma. A pesar de que todo estaba bien, decidió enviarla a un
cardiólogo. Tras una larga espera llegó su cita; sí, por fin aquel esperanzador
día (marcado en el calendario desde hacia 4 meses) en el que quizá el
cardiólogo diera con la cura de sus males y le devolviera la capacidad de
dormir tranquila, de hacer las labores de casa, de salir a comprar sin temor a
una nueva “crisis”… Todo fueron ilusiones. Repetida la exploración física y el
electrocardiograma, afirmó que todo estaba bien. No obstante, le pondría un
parche de nitratos y una pastilla para esa “opresión”, y la enviaría al
digestivo por si pudiera ser úlcera. Entre medias, también le solicitó un
Holter y un ecocardiograma. La historia del gastroenterólogo fue similar; en
lugar de aliviarle sus dolencias, acrecentó sus dudas. Las de su propia salud, y
las de todos aquellos eminentes doctores que, inseguros de que realmente
aquello “no era nada”, le prescribían un par de fármacos y la derivaban a otro
especialista.
Yo
visité a Ariadna en la revisión de control cardiológico. Por diversas
circunstancias, el adjunto encargado no pudo pasar visita ese día, y “me tocó”
suplirle siendo residente de segundo año. Antes de que Ariadna entrara en el
despacho, me llamó la atención su historial. Sana hasta hacía dos años. Y
durante esos dos años, 10 visitas a distintos especialistas, 13 pruebas
diagnósticas, tratamientos prescritos que suponían un total de 9 pastillas
diarias y, paradójicamente, ningún diagnóstico definitivo. Lo primero que llamó
mi atención fue su mirada. Estaba tremendamente perdida, alienada, distante. Me
volvió a contar sus molestias, a las que ya se habían sumado terribles dolores
de cabeza, adelgazamiento, prurito…También me mostró la colección de fármacos y
notas de los distintos médicos que la habían visitado. Solté mis bolígrafos, el
teclado del ordenador, me quité las gafas…. Me interesé por su familia, amigos,
aficiones, trabajo… Ariadna respondía sorprendida, al tiempo que su mirada se
iba “descongelando”. Una chispa de brillo en sus ojos delató que Ariadna
comenzaba a enlazar el problema dentro de su vida. No era algo que le hubiera
venido por azar. En ese momento, “entramos en conexión”. Yo también la exploré,
pero empecé por mirarle la lengua. ¿La lengua? ¡Sí, la lengua! Estaba seca,
porque respiraba rápido y superficial. Eso le impedía oxigenarse bien, y la
consecuencia, acidosis. La acidosis altera nuestros niveles de potasio, y el
potasio altera la excitabilidad de las células del corazón. De ahí la cefalea,
la irritabilidad, el insomnio, y lo que yo sospechaba eran arritmias paroxísticas
que nunca saldrían en los electrocardiogramas.
-Tengo
noticias alentadoras-le dije
-¿Usted
sabe lo que tengo?
-Creo
que puedo ayudarla. Su organismo está dando respuestas que no la ayudan a
sentirse bien y que le pueden llevar a la enfermedad. Yo le
daré las herramientas necesarias para que sea usted misma quien “se cure”.
-No
le entiendo muy bien, doctora.
-Lo
sé. Puede que todo esto rompa un poco con sus expectativas de la Medicina, pero
si cree que el camino por el que ha peregrinado estos dos años no ha sido útil,
la animo a confiar en mí.
-No
he hecho más que hundirme-dijo sin reparo
-Va
usted a abandonar TODAS las pastillas. No las necesita. Sólo le enseñaré a
vaciar su mente de ideas preconcebidas, y a respirar. Quiero que en la próxima
semana haga las cosas que al inicio de la consulta me dijo que la animaban. Apunte
por favor en una libreta el día, lo que hace, con quién lo comparte, y cómo se
siente. También el número de “crisis” y la hora en la que se producen
La
cité para hacer una prueba de esfuerzo. No esperaba darle ningún diagnóstico;
sólo le di la confirmación de que podía hacer esfuerzos, de que su corazón
estaba fuerte y respondía muy bien. Terminada la prueba de esfuerzo, se tumbó
en la camilla del ecocardiógrafo. Me senté junto a ella y le hice la ecografía. Puse el
sonido del Doppler al máximo volumen, y le pedí que acompasara su respiración
con su corazón. Así estuvo 20 minutos, en los que la frecuencia descendió, se
volvió completamente regular y rítmica. “Esto es mérito tuyo; así pasarás de
SUBSISTIR a VIVIR”
Tuvimos
otra visita, en la que sólo me agradeció darle “la llave” de su salud.
-Ahora
soy yo quien echa a volar, doctora- me dijo
-Es
como debe ser. No dudes en volver a consultar si necesitas de nuevo un bastón.
Pero intuyo que no será necesario.
Ariadna
es la prueba más firme de que la medicina, en general, y la cardiología, en
particular, necesitan anclarse en los principios hipocráticos y holísticos de
los que nacieron. No podemos dejar que la especialización y la técnica nos
alejen de lo que nuestra vocación médica nos llama a hacer. Después de Ariadna
vinieron muchos pacientes, amigos, familiares y conocidos que se beneficiaron
de esta/mi forma de interpretar el cuerpo humano. Me inicié en el Reiki y seguí
creciendo. No sólo como médico y cardióloga, sino como persona. La visión
global de la Medicina es esencial. Y cuando me critican o alegan falta de
tiempo, es donde entra en juego la labor de otros “sanadores” que pueden y
deben colaborar con nosotros. Desde los familiares del enfermo, enfermeras,
terapeutas, hasta sacerdotes, imanes o chamanes. Cualquiera que se preocupe de
la “persona” y no sólo de su cuerpo como un conjunto de “vísceras” llegará a la
esencia del paciente al que trata y le enseñará a VIVIR mejor y de forma
saludable. Esto puede parecer un sueño……. pero muchos ya lo estamos viendo
hacerse realidad. Caminemos unidos.
Mi nombre es Amelia
Carro Hevia.
Mi profesión es la Medicina, en concreto la
Cardiología, y trabajo en el Hospital Vall d’Hebrón, en Barcelona
Pero además, y sobre todo, soy persona, hermana,
escritora, lectora, católica, amiga, hija, compañera, terapeuta de Reiki,
nadadora, peregrina, atleta…..(no te olvides de la parte que nos hace VIVIR)
Puedes contactar conmigo si lo deseas. Encantada
de compartir:
achevia@gmail.com
Hola Colega
He recibido un vídeo de tus
entrevistas por distintos caminos , O sea , por personas que no tienen nada en común
entre si , pero por alguna razón les pareció interesante para mi .
Primero darte la enhorabuena
por tu libro que todavía no leí, pero que prometo hacer en breve , y también
por todo lo que eso provoco para ti y para todo el sistema .
Soy Medico desde hace 30 años
y después de los 3 primeros en el mundo de la Seguridad Social
, empecé en el camino de la Medicina Integrativa , le llamo así porque nunca
renuncie a los conocimientos y todo lo que la medicina me aporto , empecé como
acupuntor , seguí de Homeópata , cosa que mantuve siempre y luego fui
integrando ,Terapia Neural , PNL ,Homo toxicología , Sintergetica ( Dr.
Carbajal ) , Ventosa , Hidroterapia de Colon , Descodificación de la Enfermedad
etc . . Te comento esto para que veas mi perfil .
Tengo consulta privada en
Santiago de Compostela durante todo este tiempo y en los últimos tiempos lo comparto
con dar formación sobre como DESCODIFICAR LA ENFERMEDAD Y a través
de ella acceder a la sanación .
Si necesitas colaboradores en
la organización de un Simposium sobre Medicina Alternativa y te encaja mi perfil,
estoy aquí. UN ABRAZO. PILAR
Pilar Gomez Gonzalez [pgomezgonzalez@gmail.com]
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